Como en un cuento...: Cazando supernovas...

viernes, 1 de octubre de 2010

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Cazando supernovas...




Siguiendo con el hilo de ayer, y para que veáis que tengo razón en que cualquiera de nosotros puede conseguir lo que se proponga, hoy os voy a hablar de otro personaje que llamó mi atención hace unos días...
Se trata del reverendo Evans, un señor de 73 años que vive en Sidney (Australia). Este hombre desde hace muchos años dedica unas veinte horas mensuales a observar las estrellas desde su casa. Es algo que le gusta, y que hace como una actividad para entretenerse o pasar el tiempo.
Un buen día se enteró que se habían descubierto hasta entonces cincuenta supernovas, y ahí le entraron las ganas de comprarse un telescopio para poder observar el cielo. Desde el porche de su casa, todas las noches le dedica un poco de su tiempo libre a lo que más le gusta, y un buen día de 1981 encontró su primera supernova. Y desde entonces aun aumentó más su afición, y a día de hoy lleva cuarenta y dos supernovas localizadas por él mismo.Recuerda con mucho entusiasmo la vez que cazó tres en quince días, pero luego se pasó otros tres años sin ver ninguna.
Los astrónomos profesionales, le tienen un gran respeto a este hombre, e incluso lo han invitado a algún evento de astronomía, aunque él esto lo hace porque le gusta, de forma desinteresada y sin cobrar nada. Lo más sorprendente es que ni siquiera posee los avances que hay hoy en día para poder ver las estrellas, el con su telescopio de aficionado ha conseguido mucho más que otros que dedican su vida a ello.
Como veis, es algo sorprendente que un reverendo consiguiera tantos logros, y es curioso porque muchas veces la ciencia contradice la religión, pero él no se cansa de decir que el universo no es contradictorio a la palabra de Dios.
Los sueños se pueden cumplir pero hay que ser constantes y no desesperar, como la vez que Evans tardó tres años en volver a ver algo. Gracias a su tenacidad le llegaron a otorgar la medalla de la orden de Australia por su contribución a la ciencia. Pero el reverendo no busca medallas, ni adulaciones, él seguirá buscando supernovas  en noches estrelladas y 'campos marrones' desde el porche de su casa, en el hemisferio sur, o en sus visitas puntuales al norte.

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