Visita a Fomentor

(Playa Fomentor)

El primer día que estuvimos en Mallorca, no teníamos más fuerzas que para hacer turismo por el hotel. Recorrimos las cuatro piscinas, bañitos de una a otra sin rechistar, otro ratito al spa, y más bañitos en la playa del mismo. Una bonita cala con arena blanca y un mar azul refujio de barquitas, barcos y algún que otro yate. El cansancio del viaje del día anterior no nos dejaba hacer más.
El día anterior salimos en coche desde Zamora a Madrid, pasando un calor de locos, para pasarnos la tarde en el aeropuerto de Barajas. Al llegar a Mallorca, aun tuvimos que coger el coche de alquiler para pasarnos otros cuarenta minutos hasta el hotel.
Llegamos sobre las diez de la noche, y aunque ya había terminado el horario de las cenas, nos reservaron unos platos combinados en el comedor. Esa noche cenamos y nos fuimos para cama, agotados de tanto medio de transporte, y al día siguiente, lo que os comentaba, turismo por el hotel.
La primera visita fue Fomentor, un cabo salvaje, que se rinde ante un sol de la isla que lo baña por todos lados. Donde el cielo se funde con el mar, y las carreteras fueron diseñadas por el demonio inspirado en serpientes. Pero vale la pena!!.
Estuvimos en la playa, bajo la brisa de los pinos que agradecimos muchisimo, sobre todo nosotros,  que como buenos gallegos no estamos acostumbrados a esas temperaturas, y nada más llegar aun nos costó un poco aclimatarnos.
Nos bañamos en unas aguas transparentes, crisálidas, distinguiendo perfectamente durante el baño el fondo del mar. Esto solo me pasó en México. Encontrarme unas playas así en España, hizo que pusiera a Mallorca como uno de los destinos turísticos preferidos para mi criterio por excelencia.
Después del baño, y de quedarnos fresquitos, decidimos ser valientes y tomar esa carretera serpenteando la montaña. En ella, nos encontramos a muchos ciclistas, dignos de mi admiración, por el duro recorrido y por los rayos achicharrantes que pesaban sobre nuestras cabezas ese día. Me pareció un sitio muy peligroso para andar en bici, la carretera es tan estrecha, y las curvas son tan pronunciadas, que aun en coche, tienes que ir muy despacio por si te viene otro de frente. Por desgracia, tenemos muy poca consideración con los ciclistas, y vi adelantamientos de todo tipo que me ponían los pelos de punta, pero en fin...ese es otro tema.
En el recorrido al fin de la tierra, nos encontramos con miradores en los que te puedes detener a sacar unas fotos, ahí ves la maravilla que te ofrece este cabo, rocas esperando adormeciadas, a que el mar choque contra ellas sin escrúpulos. Ese mar las refresca, y les da un suspiro a esas horas tan duras de calor, y ellas en recompensa se dejan acariciar, y amoldar a los deseos de esas transparentes aguas, y así ambos se hacen mutuamente felices, para delirio de nuestros ojos.
Al final de la serpenteada carretera nos encontramos un faro, el punto final del camino. Allí sacamos más fotos, y giramos la mirada para ver los acantilados que habíamos dejado atrás. A pesar del calor, respiré hondo, y disfruté de estar allí, donde acaba la tierra, donde ya no hay más, donde solo puedes disfrutar de ti, y de un paisaje salvaje e indomable, donde el hombre no puede hacer nada más que vivirlo.
En la subida al faro, te encuentras diferentes caminos de tierra, por los que solo puedes bajar andando. Te llevan a calas espectaculares, donde es un sueño y un privilegio hacer snorkel. Si desde arriba las aguas te parecen impresionantes, desde abajo y metido en ellas con gafas y tubo ni te cuento!!!. Peces de colores, rocas, naturaleza viva, salvaje, única...como dice el anuncio, no tiene precio.
Fomentor es un paraje declarado como área natural de especial interés, así que no es de extrañar que reine un silencio relajante y bendecido solo por el sonido del mar. Si lo visitas en un día despejado, como el que tuvimos nosotros, no solo podrás divisar la isla colomer que brota al frente del cabo, sino que también podrás apreciar la silueta de Menorca al este o la bahía de Alcudia al otro lado. Además serás testigo del lugar donde la increíble sierra Tramontana llega a su fin.
Será por todo esto, que uno de los hoteles más caros de la isla es el que está situado en Fomentor, sitio privilegiado donde los haya, tanto es así, que este hotel fue testigo y nido de amor de Rainiero y Grace Kelly.
Formentor fue un lugar muy querido por la familia real monegasca, que lo visitó en diversas ocasiones. El príncipe Pedro, padre de Rainiero, fue un entusiasta del paisaje de este reducto de intimidad en plena naturaleza. Más tarde seduciría también a su hijo, que llevó a Grace Kelly al hotel a bordo del yate De Juvante II, regalo de boda de Aristóteles Onassis, tan sólo cuatro días después de su enlace.

Rainiero quiso que Formentor fuera testigo de su luna de miel, aunque también fueron muchos más los que deseaban serlo: los fotógrafos tenían en una instantánea de los recién casados su pieza más codiciada. Los empleados, siempre atentos de velar por la intimidad de los huéspedes, impidieron el paso a la prensa. Cuentan que los corresponsales de Paris Match sobornaron a la Guardia Civil para que disparara unos cartuchos con la intención de llamar la atención de la pareja una vez fuera del hotel y poder tomar así buenas fotografías.
Y es que Grace Kelly y Rainiero sentían una especial predilección por esta localidad mallorquina, pues regresaron en 1960 y 1961 con Onassis y María Callas, siempre por mar a bordo de los lujosos yates del armador griego; y en 1964 volvieron con sus hijos Carolina y Alberto. La predilección era recíproca, pues Grace Kelly dejó su impronta en Mallorca. Un empresario local, dueño de una fábrica de galletas, llamó ‘Quelly’ a sus galletas después de conocer a la bella princesa, unos dulces que se siguen produciendo hoy y que son las más vendidas de la isla. Es decir, como los pasteles ovetenses que llevan el nombre de nuestra Letizia, pero con mucho más glamour

(Una de las calas del cabo)