Me encanta el turismo de piedras como lo llamo yo. Ese en el que vemos las maravillas que han hecho nuestros antepasados, sin más maquinaria que las manos, ni más calculadoras que las propias cabezas pensantes. Sus trucos tendrían, digo yo! , pero ponerte delante de edificios de este tipo te hacen temblar de la emoción, y hacen que te sientas pequeñita, pequeñita...
Lo que más me gustó de Roma, sin la más mínima duda, fue el coliseo romano. Este fue mandado construir por Vespasiano en el año 72 d.c. e inagurado por Tito ocho años después, con unos juegos que duraron unos cien días.
Así que yo, allí dentro me deje llevar por la historia, y vi como tuvieron lugar luchas a muerte de gladiadores, peleas de animales salvajes, con casi cincuenta y cinco mil espectadores que en aquella ocasión, entraron de forma gratuita. Yo no, yo tuve que pagar doce euros, pero os aseguro que valió la pena, y si algún día vuelvo a Roma, vuelvo a entrar en el coliseo seguro!!.
El el siglo V o VI fueron prohibidas las luchas de gladiadores y animales salvajes en el coliseo, y en el siglo XIII se convierte en fortaleza. En el año 523 se produce el último espectáculo del que se tiene noticia bajo la orden del Rey Godo Teodorico.
El interior del Coliseo tenía un ruedo central hecho de madera cubierta de arena, y bajo el que se extendía un auténtico laberinto de pasillos divididos en varios pisos, donde se encontraban las mazmorras y las jaulas de los animales. La zona de graderíos era llamada “Cávea”, dividida en tres sectores superpuestos, más un cuarto graderío de madera para los espectadores de a pie. Cada sector estaba reservado para las diferentes clases sociales. En su parte más alta, el Coliseo tiene el “Velarium”, una gran carpa que protegía a los espectadores del sol y que eran manejados por un destacamento especial de marineros de la flota de Nápoles. El “podio” es la zona donde se sentaban el emperador y los principales miembros de la sociedad romana.
Los muros exteriores están hecho de travertino, y las columnas que en ella se ven son dóricas las del primer piso, jónicas las del segundo, y corintias las del tercero. En cada una de las arcadas que se pueden ver, había una estatua representativa de emperadores y dioses.
Antiguamente, junto al Coliseo, había una gigantesca estatua de bronce dorado de más de 35 metros de altura: el Coloso de Nerón, obra del escultor Xenodoro, que representaba al emperador, y a la que, tras fallecer éste, se le sustituyó la cabeza por la del dios Sol. Junto al Coliseo Romano y el Coloso, se podía admirar el Templo de Venus dedicado a la diosa fundadora de Roma y el Arco de Constantino.
Hoy día, por su importancia, por su arquitectura, por su elegancia, y por el lugar en la Historia que ocupó el Imperio Romano, el Coliseo ha sido designado como candidato a Nueva Maravilla del Mundo.
Yo no tengo dudas de que es una maravilla con mayúsculas, y que visitarlo dejándote empapar de Roma y su historia, es una sensación única que se debe vivir por lo menos una vez en la vida. Las costrucciones, los edificios, y el diseño, es algo que te sorprende por su belleza, por su lujo a pesar de estar en ruinas...Me imagino la grandiosidad que tuvo que ser todo aquello en esa época...
Os lo recomiendo, de verdad!!!.
Keee chulass tus fotosss y ke wapaaaa! Sales wapisisima Marta,y como siempre dá gusto leerte..explicando y enseñandonos un pokito Roma a los ke no fuimos...me enkanta!
ResponderEliminarBesitos reina.
Gracias Vanesita. Me encantan las fotos, a ver si algun día me regalan una camarita mejor...jajajaja Un beso linda
ResponderEliminarQue lindo! Cuánta historia, cuántos años, cuántas culturas!
ResponderEliminarSin dudas ha sido un viaje revelador, no?
Me alegro por ti, guapa...
Y que tengas una hermosa semana!