Te he echado de menos...

"Te he echado de menos Todo este tiempo He pensado en tú sonrisa y en tú forma de caminar Te he echado de menos He soñado el momento De verte al lado mio dejandote llevar"

P. Alborán

Te echo de menos... pienso en ti y no me da llegado la primavera. Añoro nuestro paseos descalzos sobre la hierba mojada, solo interrumpidos por el  compás de los pasos cuando te agachabas y recogías una margarita para ponerla sobre mi oreja. 
-Estas muy linda.
Me decías con la mirada llena de amor regalado, y yo me sentía la niña más feliz del planeta. Ansiaba llegar a casa para esconder mi flor entre las páginas de algún libro, para que se secara en secreto y pudiera verla y recordar ese paseo siempre que quisiera...
Ahora deshojo las páginas de los viejos tomos de aquella colección de clásicos con el ansia de aquella niña vestida de primavera. Busco entre páginas flores que me recuerden a ti, que me devuelvan aquel perfume que te llevaste un día, cuando ni siquiera estaba preparada para despedirte.
Las hojas del libro se ven casi tan amarillas como los pétalos de la flor marchita, se nota el paso del tiempo, se nota que hace años de aquel recuerdo que descansa en mi mente como un obsequio que perdurará para siempre en el tiempo... Se marchita igual que se me marchitó el alma desde que no estás, y aun así paso las páginas como loca en busca de la siguiente flor, de la siguiente historia guardada en la retina de algún día de verano...
Con el libro bajo el brazo, acudo de nuevo a aquel campo. Me descalzo y noto la hierba mojada por la lluvia del invierno. Me entra la humedad en el cuerpo recorriendo cada rincón de mi piel, y noto ese escalofrío del tiempo. Me tiembla el cuerpo mientras noto aquel último beso, tu mano agarrada con fuerza a la mía, y esa mirada deseando soltar un te quiero... 
Hay palabras que no necesitan ser pronunciadas, y páginas que no debieran quedar aisladas en el fondo de la estantería... hay flores que debieran vivir eternamente, seguir mostrando esa belleza durante todas las estaciones del año sin cansarse jamás... Pero nada perdura, ni siquiera tú... solo nos queda el recuerdo de los días felices, y el aroma de tu pelo cuando te agachabas a besar mi mejilla, solo queda aquella estrella regalada y robada al universo. Solo queda el columpio en la luna, y los sueños en los que me encuentro rodeándote el cuello, acurrucándome en tu regazo, y viéndote a mi lado de nuevo...
Somos almas de paso en este mundo de locos tan injusto, solo nos queda la espera del reencuentro, si es que eso es posible que ocurra, si es que seguimos o podemos seguir creyendo en esos sueños que a veces se esfuman...
Late la pena, corren las lágrimas y la brisa me azota con fuerza en la cara. Me recuerda que sigo sobre esa hierba mojada, y mis pies se volvieron azules por el frío, pero el escalofrío no ha dejado de hacer efecto mientras veo tú nombre grabado en esa piedra con fuego... el mismo fuego que me quema el alma a diario, es el que ha escrito esas letras...
La rabia y la impotencia siguen vivas y palpitan con furia dentro del pecho, y hay momentos... hay momentos que te juro que creo que me va a estallar, que no puedo soportar tanto dolor, y tanta ausencia sin tenerte a mi lado un minuto más...
Me pongo de nuevo los zapatos cuatro tallas más grandes que cuando me dejaste, noto el dolor del contraste frío calor en los pies, me subo la cremallera del abrigo buscando esa sensación cálida que antes tenia constantemente al tenerte conmigo, pero no hay manera de abrigar las heridas, de sanarlas o de que cicatricen... seguirán abiertas mientras siga tu recuerdo en mis pensamientos, por que no pienso desprenderme también de eso... No pienso olvidar. El dolor me recuerda que estás, que sigues, que permaneces en mi de algún modo... 
El libro se cae al suelo con las páginas abiertas en la guarida de la margarita marchita... La humedad del suelo penetra en el viejo clásico y se va apoderando de sus hojas igual que el tiempo se ha apoderado de nuestros momentos... Me quedo helada, mirando como se fusiona el libro con su margarita entre el césped mojado... las piezas encajan... todo retoma su curso... y yo te echo de menos...