Ella se confunde en su mirada, en sus labios perdió el norte alguna vez, pero siempre vuelve a la realidad bañada en lágrimas de furia, de besos perdidos y lanzados al aire, de caricias robadas en algún lugar prohibido, de sueños que quedarán enterrados donde nadie los pueda encontrar...
El juega con sus días, con su tiempo envuelto en un mar de esperanzas, se ha acostumbrado a bañarse en el mar de sus ojos, y no quiere, o no puede renunciar ya a él.
Ella llora en silencio, suspira, sueña, sufre cambios de humor constantes. De pronto se siente la más valiente del mundo, y al segundo se ve como una pequeña hormiga entre gigantes que la pueden aplastar. Teme lo que la rodea, aunque no sabe si realmente quiere escapar.
El la rodea con sus brazos, le ofrece un refugio fingido, le arropa con el calor de su pecho, pero de sus labios nunca, nuca se escapa ninguna promesa...
Ella la espera, le gustaría oírla aunque la rechazaría, ella tiembla, las piernas no aguantan de su peso y se siente débil y frágil, quiere pero no puede marchar...
El tienta a su suerte, compró el boleto que piensa que está premiado y lo quiere cobrar con urgencia, tiene prisa de todo, no sabe que aun le queda todo por hacer...
Lo rechaza, se niega, se escapa de sus brazos, le teme demasiado al deseo del beso, al deseo de su cuerpo, sabe que es el fruto que no le han de ofrecer...
Para él es juego, es capricho, es placer...No sabe nada de su sufrimiento, o más bien no lo quiere saber.
Ella cuenta las estrellas antes de dormir, busca distracciones en las que perderse para no pensar en él, quiere escapar, volver a sentirse libre.
El no piensa nunca en ella, no le preocupan sus estrellas, ni sus sueños, ni las ilusiones plasmadas en un papel, él no sueña con el mañana, sigue con su juego sin saber de los cristales que está a punto de romper...
Ella lo piensa, teme, huye y escapa, se marcha lejos donde nadie pueda encontrarla jamás. Sueña con un mañana lleno de poesías, de cuentos de princesas, de cisnes descoloridos bajo un cielo más azul.
El nunca la echará de menos, no recordará siquiera el brillo de sus ojos, el tacto de su piel o el roce de sus besos, no se ha guardado nada, porque a nada le ha dado valor.
Ella se ha tatuado los besos, los lleva enterrados en la piel, pero sabe que con la brisa del mañana, su piel volverá a tomar vida, volverá a reír, quizá algún día...
¨Si, vuelve a ti la soledad,
solo mira hacia arriba y allí lo verás,
que yo estaré, preguntandome por qué, rompiendo a llorar¨
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Escribes igual de bien que cocinas :)
ResponderEliminarNO Mari, no.
ResponderEliminarEl escrito es precioso, de veras.
Y tan evocador, y se mete tanto en una... que antes de pasar por eso, le doy al susodicho una bimba que haga palmas con las orejas.
Lo digo en serio. Me niego a sufrir. Me niego.
Hola Marta, esta es la historia de un sábado de no importa que mes y de un hombre sentado al piano, de no importa que viejo café... bueno, en este caso, la que está sentada al piano es una mujer, conoces la canción? Seguro que sí!
ResponderEliminarCómo andas? Hace mucho tiempo que no te veo por la cocina, está todo bien?
Te mando un abrazo muy gordo, guapa, ah! y feliz verano.
Besitos,
Inma