Días de verano

Parece que es verdad, que llegó el verano y el buen tiempo. Y si hace dos días estábamos quejandonos de la lluvia, ahora parece que pasar de nueve a veinticinco grados de repente, tampoco nos alegra.

Comentarios como "bufff, que calor";"esto es insoportable"; "que pereza da trabajar con este día", y muchos otros por el estilo, son los que me hacen pensar que el ser humano es raro por naturaleza. Nos cuesta adaptarnos a los cambios, aun sabiendo que el calor llegará en tales fechas, y la lluvia en otras. Aunque a día de hoy con el cambio climático ya no hay, climatología exacta, seguimos protestando a diario por el tiempo.

A mi me llegó como a los demás, por sorpresa e inesperadamente, y aunque aun no me fío del todo de que se quede por unos días, me alegra salir de trabajar sobre las nueve de la noche, sin necesidad de poner la chaqueta, y disfrutando de la luz del sol. No es extraño, que en días así, me veas saliendo a estas horas del trabajo, y dirigirme a una playa cercana a darme un chapuzón antes de ir para casa a cenar. Igual pensáis que estoy loca, pero es una de las cosas que más me relajan en esta vida. Darse un buen baño, hasta las diez y pico de la noche, ver oscurecer sobre tu cabeza, mientras tú estás flotando en el mar, es una sensación maravillosa. Eso, por no hablaros del sonido de las olas, del roce de la arena nada más descalzarte, o de ese primer contacto de tu dedo gordo con el agua del mar.

Al contrario de lo que podáis pensar, a estas horas el agua es cuando más caliente está. El sol la ha ido calentando a lo largo de todo el día, y cuando llegas, acalorada de la jornada laboral, es una maravilla sentir el frescor del agua rozando tu piel.

ste año aun no he probado a hacerlo, llevo unos días medio atontada, ocupando mi tiempo en pensamientos ridículos, pero la próxima semana ya me voy de vacaciones, y espero poder desconectar de forma absoluta, y disfrutar de todas esas sensaciones...