Como en un cuento...: Jugar a no dejar de perder... (IX)

jueves, 5 de mayo de 2011

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Jugar a no dejar de perder... (IX)


Y ella lo mira, se pierde en sus ojos como hacía antes y siente esa frescura pasada de los días de ayer. Cuando sus miradas se encuentran vuelve a sentir aquellas cosquillas, aquella tontería que solo se siente cuando eres una cría...y suspira...suspira fuerte porque sabe que él ya no volverá!.
Carola se deja llevar...
De pronto se paró el mundo para ella, y todo lo que la rodeaba desapareció como uno de sus suspiros cuando salen de sus boca y se pierden para siempre en el infinito. Y volvió al pasado, volvió a perderse en el mar azul de sus ojos, en ese mar que sabe que dejó escapar un día y que ya nunca volverá. Pero cerró los ojos, los cerró y esperó ese ansiado beso... Respiró ese momento como si fuera el único de su vida, como si aun pudiera sentir los labios de Alex sobre los suyos, como si la estuviera abrazando de nuevo, protegiéndola entre sus brazos y apartándole ese mechón de pelo travieso que se empeñaba en caer sobre sus ojos, volvió a sentirse protegida en ese abrazo, y hasta pudo escuchar esa voz que le decía:
-Todo va a salir bien, estoy aquí, a tu lado.
Ahora aquellas palabras le hacian daño en su cabeza, le desgarraban el alma y le bombardeaban el corazón, porque no todo estuvo bien, no fue así como sudeció al final...Alex se fue y se llevó su alma, y por muchos años que la separaban de aquel dulce momento aun no había conseguido recuperarla...
Pero volvió atrás, volvió a recordar...
"Todos conocemos a la soledad
esa amiga que te sabotea el alma, que te seca la piel,
esa compañera de viaje que te quita la sonrisa cada madrugada.
Es la que llena el vacío de un beso, aquel encuentro que se aleja dejando solo lágrimas, recuerdos,
sueños soñados solo para él...
Es el pensamiento del entonces, es el regreso al pasado,
es el niño que nunca tuvieron, y que ya nunca tendrán..
es el deseo..."
Carola sigue...se pierde...
Lo abraza fuerte y puede sentir el calor de su pecho junto a ella, muy cerca. Se siente feliz y dichosa, siente que ese momento ya no se lo puede robar nadie, y así es...
Se le escapa un nuevo suspiro, y sin darse cuenta murmura en voz alta:
-Mi padre me ha regalado un corazón, pero tú Alex, tú lo acabas de hacer latir.
Después de aquello, después de ese momento guardado para siempre, llegó esa última despedida...
Alex se le acercó, la llamó entre la gente.
-Carola, nada tiene más importancia para mi que la sinceridad de tus palabras. Que los momentos que pasamos juntos me los guardo para siempre, y que se que cambiarás el mundo con tus sueños, con esa inocencia...no cambies nunca mi dulce Carola.
A ella se le escapó un deseo...
-Quedate más...
Y él no lo sabía, pero no conocería un amor más real en la vida. Nada más puro, nada más luminoso que los ojos azules de Carola mientras se perdía en su mirada, no conocería jamás unas palabras más sinceras, una voz más rota de deseo que aquel susurro entre la gente implorandole:
-Quedate más...
Y se acabó el sueño.
No hay más.
Solo deseo, solo recuerdos que golpean fuerte, solo lágrimas recordando aquel momento, su momento. Y es real. Y duele.
Es entonces cuando Anne, la amiga de Carola, inmortalizó ese momento. Lo dejó grabado para siempre con su cámara de fotos, regalo de un ultimo cumpleaños. Y es esa foto la que ahora sostiene Carola mientras las lágrimas le recorren las mejillas una vez más.
Hoy es su cumpleaños y a Carola se le encoje al alma. Quiere llamarlo, quiere escuchar su voz... Pero sabe que si descuelga ese teléfono, igual no es Alex el que lo descuelgue. No puede. Se niega.
-Que no te contamine nunca la melancolía...
Los recuerdos, las palabras rebotan en su cabeza...
-Nunca dejes que el demonio se imponga sobre el ángel que llevas dentro, mi dulce Carola...
Duele, duele mucho no tenerle, no poder romper de una vez ese recuerdo, ese hechizo que alguien dejó caer un día sobre ambos...
Alex, al otro lado del mundo celebra su cumpleaños entre amigos, en familia. Disfruta de la fiesta que su mujer le organizó con todo el amor del mundo. Pero Alex mira el móvil cada cinco minutos. Alex espera ese mensaje anual, esa felicitación que nunca falla, y entonces recuerda esas palabras que un día le dijo:
-Mi madre y tú sois las dos únicas personas que siempre recuerdan mi cumpleaños...
Son almas distanciadas por dos mundos distintos...
"Es el recuerdo de aquel amor de hace años...
Es la rabia contenida del que pasaría...
La tormenta interna,  el abatimiento...
todas esas primaveras que se fueron, que ya no volverán..
Es el miedo a seguir con esa ausencia en el alma...
Es la falta de oxigeno al pensar el uno en el otro...
es la vida...
Eres tú, y hasta puede que sea yo..."

1 comentario:

  1. que bonito y triste. Carola siempre tendrá esos momentos compartidos, sinceros y hermosos. Todo sucede por un motivo aunque a veces nos cueste comprender. Lo que vivió es motivo de alegría, no crees? sobre todo, porque el cariño perdura.

    Por otro lado, la soledad es una compañera a veces difícil, a veces dulce.

    Bicos cariño.

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